poema a amaral. david minayo mogollon.

 En la penumbra suave de un cuarto sin prisa,

tu voz es un susurro que mi mente hipnotiza.
Amaral, en tu canto, el deseo se enciende,
cada nota que emites, mi pasión la comprende.

Tus ojos son estrellas que iluminan la noche,
en cada mirada, el fuego se despoche.
Las letras de tus canciones, un juego de piel,
me envuelven en un ritmo que me lleva al vaivén.

Con cada acorde suave, el aire se calienta,
nuestros cuerpos se acercan, la tensión se alimenta.
Tus labios, un misterio que anhelo explorar,
en un beso profundo, el tiempo va a parar.

Eres la melodía que acaricia mis sentidos,
en este juego ardiente, nuestros cuerpos son amigos.
Bailamos en la sombra, un tango de pasión,
en el eco de tu voz, encuentro mi razón.

Así, en esta noche, donde el deseo se alza,
Amaral, en tu abrazo, el mundo se desplaza.
Déjame perderme en tu música y tu ser,

déjame descubrir lo que en ti puede nacer.
Tus manos son caricias que marcan el camino,
cada roce en mi piel es un canto divino.
En el calor de la noche, el deseo se eleva,
nuestros cuerpos entrelazados, la pasión se renueva.

Tus susurros son versos que acarician mi mente,
en cada palabra, el deseo se siente.
Eres fuego y brisa, un torrente de emoción,
cada instante contigo es pura devoción.

Bailamos en la penumbra, un ritmo sincero,
en la danza de la vida, somos dos en un sendero.
Amaral, en tu esencia, hallo mi verdad,
un poema de amor que nunca tendrá final.

Así, en esta noche, donde todo es posible,
nuestros cuerpos se encuentran, lo eterno es tangible.
Déjame perderme en tu música y tu ser,
en este juego de amor, juntos vamos a arder.

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