poesía a john lennon. david minayo mogollón.
El Eco de Lennon
I. Los Cimientos de un Rebelde
En las brumas de Liverpool, donde el Mersey murmura,
nació John Winston Lennon, bajo un cielo de penumbra.
Octubre de 1940, la guerra rugía en el aire,
bombas caían, pero su alma soñaba con el arte.
Mendips fue su refugio, con Mimi, severa y leal,
una tía que guió su camino, su faro maternal.
Julia, su madre, un espíritu libre, un banjo tocó,
le enseñó acordes suaves, un amor que germinó.
En las brumas de Liverpool, donde el Mersey murmura,
nació John Winston Lennon, bajo un cielo de penumbra.
Octubre de 1940, la guerra rugía en el aire,
bombas caían, pero su alma soñaba con el arte.
Mendips fue su refugio, con Mimi, severa y leal,
una tía que guió su camino, su faro maternal.
Julia, su madre, un espíritu libre, un banjo tocó,
le enseñó acordes suaves, un amor que germinó.
Las calles de adoquín, testigos de su inquietud,
un joven de gafas redondas, buscando su juventud.
El rock and roll cruzó el océano, Elvis fue su rey,
con un peine y un grito, John soñó con ser ley.
En la escuela, un bromista, un alma indomable,
dibujaba sueños locos, su mente incontrolable.
Skiffle fue su chispa, la música su verdad,
en cada acorde roto, halló su libertad.
un joven de gafas redondas, buscando su juventud.
El rock and roll cruzó el océano, Elvis fue su rey,
con un peine y un grito, John soñó con ser ley.
En la escuela, un bromista, un alma indomable,
dibujaba sueños locos, su mente incontrolable.
Skiffle fue su chispa, la música su verdad,
en cada acorde roto, halló su libertad.
II. Los Quarrymen y el Nacimiento de un Sueño
Woolton, un día de verano, el sol ardía en la piel,
los Quarrymen tocaban, un destino cruel y fiel.
Paul McCartney llegó, con su guitarra y su voz,
un lazo se forjó, un pacto de almas veloz.
George, el joven callado, con dedos de magia pura,
Ringo, el ritmo firme, completó la partitura.
Hamburgo los llamó, noches de sudor y cuero,
en tugurios oscuros, su fuego se hizo entero.
Woolton, un día de verano, el sol ardía en la piel,
los Quarrymen tocaban, un destino cruel y fiel.
Paul McCartney llegó, con su guitarra y su voz,
un lazo se forjó, un pacto de almas veloz.
George, el joven callado, con dedos de magia pura,
Ringo, el ritmo firme, completó la partitura.
Hamburgo los llamó, noches de sudor y cuero,
en tugurios oscuros, su fuego se hizo entero.
Love Me Do susurró, un eco que el mundo oyó,
el Cavern Club vibraba, Liverpool se estremeció.
Beatlemanía estalló, un huracán sin igual,
desde Shea hasta Tokio, un grito universal.
John, el líder mordaz, con palabras como dagas,
cantó A Hard Day’s Night, su alma nunca vaga.
En Japón, en el ’66, el Budokan tembló,
un eco que en el ’25 aún resuena en Tokio.
el Cavern Club vibraba, Liverpool se estremeció.
Beatlemanía estalló, un huracán sin igual,
desde Shea hasta Tokio, un grito universal.
John, el líder mordaz, con palabras como dagas,
cantó A Hard Day’s Night, su alma nunca vaga.
En Japón, en el ’66, el Budokan tembló,
un eco que en el ’25 aún resuena en Tokio.
III. La Cima y las Grietas
Sgt. Pepper pintó el cielo, un lienzo de colores,
Lucy voló en diamantes, disolviendo los temores.
Pero en la cima dorada, las sombras se alzaban,
el peso de la fama, las dudas que abrazaban.
Brian Epstein partió, el timón se deshizo,
los Beatles, un cuarteto, su unión se partió.
John buscó en el silencio, en mantras y en la fe,
pero el vacío crecía, su alma gritó por qué.
Sgt. Pepper pintó el cielo, un lienzo de colores,
Lucy voló en diamantes, disolviendo los temores.
Pero en la cima dorada, las sombras se alzaban,
el peso de la fama, las dudas que abrazaban.
Brian Epstein partió, el timón se deshizo,
los Beatles, un cuarteto, su unión se partió.
John buscó en el silencio, en mantras y en la fe,
pero el vacío crecía, su alma gritó por qué.
Yoko Ono llegó, un torbellino de arte y amor,
una musa japonesa, un faro en su dolor.
Revolution rugió, un canto contra el poder,
un mundo en llamas, John quiso encender.
En Tokio, en el ’75, halló paz con Yoko,
en ryokans y cerezos, su corazón fue evocado.
Imagina un Lennon en el ’25, en la Expo de Osaka,
cantando por la paz, su voz nunca opaca.
una musa japonesa, un faro en su dolor.
Revolution rugió, un canto contra el poder,
un mundo en llamas, John quiso encender.
En Tokio, en el ’75, halló paz con Yoko,
en ryokans y cerezos, su corazón fue evocado.
Imagina un Lennon en el ’25, en la Expo de Osaka,
cantando por la paz, su voz nunca opaca.
IV. El Grito por la Paz
En camas blancas, en Ámsterdam y Montreal,
John y Yoko soñaron un mundo fraternal.
Give Peace a Chance, un himno al viento,
un canto que unió corazones en movimiento.
Nueva York los acogió, un refugio en el caos,
pero el FBI los siguió, temiendo su audaz.
Imagine nació, un sueño sin fronteras,
un mundo sin odios, un canto que espera.
En camas blancas, en Ámsterdam y Montreal,
John y Yoko soñaron un mundo fraternal.
Give Peace a Chance, un himno al viento,
un canto que unió corazones en movimiento.
Nueva York los acogió, un refugio en el caos,
pero el FBI los siguió, temiendo su audaz.
Imagine nació, un sueño sin fronteras,
un mundo sin odios, un canto que espera.
En el ’25, Tokio brilla, la Expo en Yumeshima,
pabellones de futuro, un eco que anima.
John, con Yoko, habría caminado el Gran Anillo,
su mensaje de paz, un faro sin finillo.
Entre cerezos en flor y tensiones del poder,
Corea, China, el mundo, él quiso entender.
Sean, su hijo, su luz, trajo calma al dolor,
un padre renacido, un nuevo fervor.
pabellones de futuro, un eco que anima.
John, con Yoko, habría caminado el Gran Anillo,
su mensaje de paz, un faro sin finillo.
Entre cerezos en flor y tensiones del poder,
Corea, China, el mundo, él quiso entender.
Sean, su hijo, su luz, trajo calma al dolor,
un padre renacido, un nuevo fervor.
V. La Noche del Silencio
Diciembre de 1980, la nieve cubrió Nueva York,
el Dakota, testigo, vio caer un corazón.
Mark Chapman, sombra rota, con balas robó,
la voz de un profeta, el mundo se quebró.
Cinco disparos, un grito, la noche se tiñó,
John Lennon cayó, pero su alma voló.
En Tokio, el eco lloró, los cerezos callaron,
un soñador silenciado, los sueños no pararon.
Diciembre de 1980, la nieve cubrió Nueva York,
el Dakota, testigo, vio caer un corazón.
Mark Chapman, sombra rota, con balas robó,
la voz de un profeta, el mundo se quebró.
Cinco disparos, un grito, la noche se tiñó,
John Lennon cayó, pero su alma voló.
En Tokio, el eco lloró, los cerezos callaron,
un soñador silenciado, los sueños no pararon.
VI. El Legado Inmortal
De Mendips al cosmos, su voz no se apaga,
en vinilos, en radios, su verdad nunca vaga.
Strawberry Fields susurra, un sueño sin fin,
un hombre que cantó por un mundo afín.
En el ’25, en Osaka, su espíritu danza,
en el Gran Anillo, su paz se alcanza.
Tokio, con su luz, su tecnología y fe,
abraza a Lennon, su eco al revés.
De Mendips al cosmos, su voz no se apaga,
en vinilos, en radios, su verdad nunca vaga.
Strawberry Fields susurra, un sueño sin fin,
un hombre que cantó por un mundo afín.
En el ’25, en Osaka, su espíritu danza,
en el Gran Anillo, su paz se alcanza.
Tokio, con su luz, su tecnología y fe,
abraza a Lennon, su eco al revés.
En cada acorde roto, en cada palabra dicha,
John vive en la lucha, su alma encendida.
Un rebelde, un poeta, un hombre de verdad,
su legado es un canto a la humanidad.
Desde Liverpool al mundo, su voz es un farol,
John Lennon, eterno, en cada corazón.
John vive en la lucha, su alma encendida.
Un rebelde, un poeta, un hombre de verdad,
su legado es un canto a la humanidad.
Desde Liverpool al mundo, su voz es un farol,
John Lennon, eterno, en cada corazón.
Comentarios
Publicar un comentario