poesía a Santiago Auserón. David Minayo Mogollón.

 El Son de Juan Perro

I. Raíces en Zaragoza
En las calles de Zaragoza, bajo un cielo de Aragón,
nació Santiago Auserón, un alma en vibración.
1954, el Ebro susurraba su corriente,
un niño soñador, con la música en la frente.
Entre libros y acordes, su mente se formó,
filosofía y canciones, su espíritu forjó.
La guitarra fue su brújula, su voz un primer trazo,
un joven que buscaba en el arte su abrazo.
No sabía que el destino lo llamaría a cantar,
que su alma de trovador el mundo iba a cambiar.
En los bares de la noche, con vinilos de rock,
el eco de Dylan y los Stones le dio un shock.
Pero el flamenco lo llamó, un lamento ancestral,
Camarón en su alma, un fuego sin igual.
Desde Zaragoza al cosmos, su camino se trazó,
un poeta de acordes, su viaje comenzó.
II. La Chispa de Radio Futura
Madrid lo recibió, la Movida en su apogeo,
los 80 despertaban, un país sin miedo ciego.
Con Radio Futura, Santiago alzó la voz,
La estatua del jardín botánico, un canto feroz.
Rock con raíces latinas, un son que no se apaga,
salsa, flamenco y new wave, su alma no se plaga.
Enamorado de la moda juvenil, un himno al fervor,
la juventud cantaba, vibrando con su amor.
Con Luis y Enrique, un trío de alquimia pura,
crearon La canción de Juan Perro, un alma que perdura.
En cada riff, un verso, en cada verso, un latir,
Santiago, el filósofo, nos enseñó a vivir.
La Movida fue su lienzo, Madrid su gran escenario,
un trovador moderno, su eco extraordinario.
En Veneno en la piel, su voz se alzó al viento,
un canto que rompió las cadenas del momento.
III. El Viaje de Juan Perro
Cuando Radio Futura calló, su alma no paró,
Santiago se reinventó, Juan Perro despertó.
Un perro callejero, un son de mil colores,
flamenco, blues y rumba, un crisol de amores.
La raíz del sueño cantó, con raíces profundas,
habaneras y sones, su voz nunca se hunda.
En La Habana aprendió, en su ritmo se sumió,
el son cubano en su pecho, su espíritu creció.
Como un Quijote sonoro, buscó la verdad,
en cada acorde halló su libertad.
Camarón fue su faro, su duende y su guía,
un puente entre mundos, su música sería.
En Cantares de vela, su pluma se alzó,
poeta y filósofo, su alma se formó.
En los bares del mundo, su son se escuchó,
Juan Perro, el eterno, su canto se elevó.
IV. Un Trovador en Tokio (2025)
Imagina a Santiago en el ’25, en Osaka brillante,
la Expo de Yumeshima, un mundo vibrante.
El Gran Anillo lo llama, su madera resuena,
un escenario global, su voz nunca ajena.
Entre cerezos tardíos, su guitarra murmura,
un son que une oriente y occidente, su cura.
Tokio, con su luz, su tensión y su mar,
recibe a Juan Perro, su canto sin parar.
Corea lanza ecos, China reclama el viento,
pero Santiago canta, su paz es un intento.
En el Budokan, donde Lennon dejó su huella,
su voz dialoga, una trova que destella.
Semilla del son resuena en la noche,
un puente de culturas, un latir sin reproche.
Con Yoko en su alma, un eco compartido,
Santiago en Japón, su sueño no ha caído.
V. El Filósofo del Son
No solo es músico, es un pensador errante,
filosofía en sus letras, un alma constante.
En El viaje del alma, su pluma reflexiona,
la vida, el amor, la muerte que se asoma.
De Lorca a Martí, sus versos se inspiran,
un canto que al mundo sus ecos aspiran.
En cada concierto, un ritual de verdad,
Juan Perro nos lleva a la eternidad.
En España, su voz es un faro sin fin,
un puente entre épocas, un canto divin.
De la dictadura al brillo de la libertad,
Santiago cantó por la humanidad.
En Raíces al viento, su legado se alza,
un trovador que nunca su alma falsea.
Con su perro al lado, su son no se apaga,
un hombre que canta, su vida se paga.
VI. El Legado Eterno
De Zaragoza a Madrid, de La Habana al Japón,
Santiago Auserón tejió su canción.
Juan Perro, el viajero, con su guitarra al viento,
un poeta que lleva la paz en su intento.
En el ’25, su eco no muere,
en la Expo, en los bares, su voz siempre hiere.
Un son que atraviesa fronteras y mares,
Santiago, el eterno, en nuestros cantares.
En cada acorde suyo, la vida respira,
un canto que el alma del mundo inspira.
De La negra Tomasa a Fonda de Dolores,
su música pinta un lienzo de amores.
Juan Perro camina, su sombra es un farol,
un trovador que lleva la luz en su sol.
En el corazón del mundo, su voz no se calla,
Santiago Auserón, su estrella no falla.

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